Helen is an asylee and former client of the National Immigrant Justice Center. What follows is her testimony, submitted as a comment to the Federal Register, in response to a new rule, proposed by the Trump administration, which would dismantle the asylum system. You can read NIJC's commentary here.
I came to the United States from Honduras because I wanted to escape my ex-husband. I had married a man who I thought was what he seemed, but he wasn’t, he was two-faced. When we got married, the situation worsened. I experienced years of severe sexual and physical abuse at the hands of my partner.
When I finally decided to leave, he started to try to kill me. He followed me to the university, he would harass the professors, and keep me under watch. Once, in a bathroom, he pulled a knife on me, and another time, he came into my room and aimed a gun at me. It was the longest seconds of my life. I didn’t have a way out—I only wanted peace, wanted security, wanted a new life. I wanted to imagine there was a life outside of this, that this wouldn’t be my daughter’s future, if she even had a future, because he threatened that if I didn’t come back to him, he’d kill me, because I was his or no one’s. It was hell; it was desperation.
I didn’t want to come here for money, or for work. I didn’t want any of that. The only thing I really needed was security, peace. I wanted to live. The countries surrounding Honduras are just as bad or worse than mine. I absolutely was not going to find any solution there, any hope.
It’s full of fear, full of risk, to cross borders, but in our hearts and minds, I knew there was going to be hope at the end of this darkness. It came down to either dying in Honduras or try to find a new life here. I had always heard that the United States was a place where you might have security, where you can make your own future if you work and you struggle, but the important thing is safety, to me.
When I had my credible fear interview, I was so anxious, so worried. You whole life depends on what you tell one person. You’re out of your head with anxiety, you don’t have any proof with you, you haven’t eaten well or slept well. I was worried that if this other person simply didn’t want to accept me, or didn’t care about my case, my whole life would just die there, all my hope.
Without my lawyers, my chances of winning asylum would have gone down to 10% or less. I know what my life has been, my story is true and I can express it and retell it a thousand times, but when it came time to fill out a form or navigate this new system, I wouldn’t have been able to do it. These forms are also so hard because the words are so different from the way that people normally speak, and if you don’t even know the language well, it’s so much harder. Applying for asylum is a process that takes a lot of work from the attorney, but also from the client—it’s an involved process to get the best results.
When I had my day in court, before a judge, I understood that I would be treated better, listened to better, and that I had time to prepare my evidence, time to express what I had lived. I understood that my future was in the hands of the judge, but I trusted that this person would do justice. I think a judge symbolizes justice.
If I had not had the opportunity to arrive in the United States, if I had not had the opportunity to fight for my political asylum case, I do not know if I would be alive. Today, my daughter smiles, she has a future ahead of her, and I try to work hard so that she will be a good person, a person who helps her family, who helps her community, who comes out ahead, who is an example for others.
With this proposed rule, many of the people will be hurt; it isn’t just a rule, it’s their life. Many of these people will return to their countries and won’t tell their stories any longer, because they won’t exist.
Yo vine a los Estados Unidos de Honduras porque tenía que escapar de mi ex-esposo. Me case con un hombre que pensé que era lo que aparentaba pero no, tenía una doble cara. Cuando nos casamos empeoro la situación. Pase años de abuso físico y sexual severos.
Cuando por fin decidí dejarlo, comenzó intentar matarme. Me seguía a la universidad, molestaba a los profesores, y me vigilaba. Una vez en un baño me puso un cuchillo, y luego entró una vez a mi cuarto y me puso pistola. Una vez, tiró a la cama mi hija. No tenía salida, yo nada mas quería paz, quería seguridad, quería una nueva vida. Quería imaginar que había vida aparte de eso, que eso no iba a ser el futuro de mi hija, si es que ella iba a tener futuro, porque él me había amenazado que si yo no regresaba con él, me iba a matar, porque era de él o de nadie. Fue un infierno, una desesperación.
Yo no quería venirme aquí para dinero o para mi trabajo, yo no quería nada de eso, realmente lo único que yo necesitaba era seguridad, paz. Quería vivir. Los otros países de alrededor están igual o peor que el nuestro. Absolutamente no iba a encontrar ninguna solución ahí, ninguna esperanza.
Es de mucho temor, de mucho riesgo, el cruzar fronteras, pero en nuestros corazones y en nuestras mentes, yo se que va a haber luz al final de esta oscuridad. Era o morirse en Honduras o intentar buscar una nueva vida aquí. Yo pensé que los Estados Unidos es un lugar donde te ofrecen seguridad, donde tu puedes hacer tu propio futuro si tu trabajas y tu luchas, pero lo importante es la seguridad, para mi.
Cuando tuve mi entrevista de miedo creíble, yo me sentía muy inquieta, con mucha preocupación. Toda tu vida depende de lo que vas a hablar con una persona. No estás en tus cinco sentidos, no tienes las pruebas suficientes, no has comido bien ni dormido bien. Yo tenía miedo de que si esa otra persona simplemente no quería aceptarme o no le importa mi caso pues mi vida iba a quedar ahí, toda mi esperanza.
Sin mis abogados, mis probabilidades de ganar asilo se hubieran reducido a un 10% o menos. Yo se que lo que mi vida, mi historia es cierta y la puedo expresar y contar mil veces, pero al llenar una forma o navegar el sistema, no hubiera podido. Una forma es tan difícil porque las palabras son tan diferentes del habla normal, y si ni siquiera sabes bien el idioma, es mucho más difícil. La solicitud de asilo es un proceso que necesita mucho trabajo de los abogados, pero también mucho del cliente, para poder obtener los mejores éxitos depende mucho de uno.
Cuando tuve mi corte frente a un juez, entendí que iba a ser mejor tratada, mejor escuchada, y que tengo el tiempo para preparar mis pruebas, el tiempo para expresar lo que yo he vivido, y entiendo que mi futuro está en las manos de la juez, pero confío que esa persona haga justicia. Yo pienso que un juez simboliza la justicia.
Absolutamente, si yo no hubiera tenido la oportunidad de llegar a Estados Unidos de tener la oportunidad de pelear por mi caso de asilo político, yo no sé si estaría viva. Ella sonríe, ella tiene un futuro adelante, y yo trato de trabajar fuerte para que ella sea una persona buena, que ayude a su familia, que ayude a su comunidad, que salga adelante, que de ese ejemplo para los demás.
Con todas las leyes que quieren implementar, para muchas de esas personas que van a lastimar no es solo una ley, sino estamos quitando vidas. Porque muchas de esas personas llegan de regreso a sus países y no van a contar sus historias más, porque ya no van a existir.
Alejandra Oliva is the communications coordinator at NIJC.