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After years of facing discrimination at work, including being forced to resign, struggling to get adequate treatment for his HIV+ status, and being unable to live freely as a gay man, Osiel’s friend sent him a message: “Tu no puedes seguir en Venezuela. Tienes que salir de ahí porque estás en peligro.” “You can’t stay in Venezuela. You have to get out of there because you’re in danger. 

While he worked on getting a travel visa, his friend bought him a plane ticket and set up a spare room in her home in Chicago. When he arrived, she helped him set up an appointment with Howard Brown Health Center, which serves the queer community. There, in addition to finally getting the stabilizing medications he needed, he got a list of immigration service providers that could support him in his asylum case.

At the top of the list was the National Immigrant Justice Center (NIJC), where attorneys helped Osiel put together a case for his asylum claim, compiling documents about how he was treated at work, his difficulties with the Venezuelan dictatorship, and incidents in which he was threatened by police officers for being seen with his partner. 

A few weeks after his interview with an asylum officer, where Osiel presented his case and answered questions, he was granted asylum, and with it, the ability to stay and build a life for himself in the United States. 
 
“Desde que llegue a los Estados Unidos, mi vida ha cambiado de la noche al dia...Mi vida cambio, y lo sorprendente es que tengo casi 55 años y nunca pense que podia empezar una vida nueva a los 50 años.”

“Since I got to the United States, my life has changed from night to day,” Osiel said. “My life changed, and the surprising thing is that I’m almost 55, and I never thought that I could start a new life in my 50s.” 

Since winning asylum protection, Osiel has gotten a job and moved out of his friend’s house and into his own space. He’s taking English lessons at a community college, and has met a boyfriend.

“Conseguí un novio hermoso que me quiere y con el que puedo compartir libremente. Para mi es una bendición poder tomar la mano de mi novio en la calle, cosa que yo no podía hacer en mi país. El ha sido un grande apoyo para mi. Ese ha sido uno de los grandes cambios...yo tenia mas de 10 años sin compartir con nadie porque no podía.”

“I got a lovely boyfriend who loves me, and that I can share with freely,” Osiel said. “For me, it’s a blessing to be able to take his hand in the street, something I couldn’t do in my country. He’s been such a great support to me. This has been one of the biggest changes...I spent 10 years without sharing my life with anyone because I couldn’t.”

Even with all his newfound happiness, there’s something that’s still missing in his life here in the United States. Osiel was a doctor in Venezuela, specializing in psychotherapy. He appreciates  the restaurant job he’s had since he got his work permit, which allows him to pay his bills, but he misses the sense of helping others that his old job gave him. 

“Sigo teniendo una cierta sensación de frustración y es porque todavia no encuentro la manera de yo poder estar en un sitio donde yo pueda apoyar y ayudar a gente con la situación igual que yo.”

“I still have a certain sensation of frustration, and it’s because I still haven’t found the way for me to be in a place where I can support and help people with situations similar to mine,” Osiel said. 

While Osiel is still researching what he might need to do to get his medical license to transfer, or to qualify for a new one, he’s still reaching out--with the resources he was given when he arrived.

“Y a todo el que yo puedo apoyar y hablarles de mi, o de mi organización que me ayudo o que me apoyo a mi, porque las siento como mía. El momento en que toda esa hermosa gente me abrió las puertas para ayudarme. Yo hablo del National Immigrant Justice Center o de la gente que trabaja ahi como mi gente. A todos que yo puedo hablar de esta organización lo hago, vayan alla, pidan ayuda.”

“And to everyone who I can support, I talk about my story, or my organizations that helped me or that supported me, because they feel like my organizations,” Osiel said. “The moment in which all those beautiful people opened the door to help me, they became mine. I speak of the National Immigrant Justice Center and the people that work there as my people. I talk to everyone I can about this organization, tell them to go there, to ask for help.”

In the face of new asylum regulations that might stop others like him from gaining protections from deportation, Osiel has a message for lawmakers.

“Les pediría primero para quitar el prejuicio, y segundo para escucharnos. Porque muchos venimos con una maleta llena de ilusiones con deseos de tener una vida bonita, con deseos de aportar a este país.”

“I would ask them first to take away their prejudice, and second, to listen to us,” Osiel said. “Because many of us arrive with a suitcase full of dreams and a desire to have a beautiful life, with dreams to contribute to this country.” 

Osiel in Chicago
Osiel in Chicago.

Encontrando la Pieza que Falta: La Historia de Osiel

Tras años de enfrentar discriminacion en el trabajo, incluyendo ser forzado a resignar, batallando encontrar tratamiento médico adecuado para su VIH, y sin poder vivir libremente como un hombre gay en Venezuela, la amiga de Osiel le mandó un mensaje: “Tu no puedes seguir en Venezuela. Tienes que salir de ahí porque estás en peligro.”

Mientras él conseguía su visa, su amiga le compró boletos de avión y le preparó una habitación en su casa en Chicago. Cuando llegó, le ayudó a hacer cita con el centro de salud Howard Browne, que sirve a la comunidad queer. Ahí, junto con las medicinas estabilizantes que necesitaba, tambien consiguio una lista de proveedores de servicios de inmigración que le podían ayudar en su caso de asilo.

Primero en la lista estaba el Centro Nacional de Justicia de Inmigrantes (NIJC), dónde abogados le ayudaron a Osiel a hacer un caso para su caso de asilo, juntando documentos sobre su tratamiento en el trabajo, sus dificultades con la dictadura Venezolana, e incidentes dónde fue amenazado por la policía al ser visto con su pareja.

Unas pocas semanas después de su entrevista con un oficial de inmigración, dónde Osiel presentó su caso y respondió a preguntas, fue otorgado asilo, y junto con él, la habilidad de quedarse y construir una vida para sí mismo en los Estados Unidos. 

“Desde que llegue a los Estados Unidos, mi vida ha cambiado de la noche al dia,” dijo Osiel. “Mi vida cambio, y lo sorprendente es que tengo casi 55 años y nunca pense que podia empezar una vida nueva a los 50 años.”

Desde que ganó protecciones de asilo, Osiel ha conseguido un trabajo, y se ha mudado a su propio departamento. Está tomando clases de Inglés en un colegio comunitario local, y ha conocido su novio. 

“Conseguí un novio hermoso que me quiere y con el que puedo compartir libremente,” dijo Osiel. “Para mi es una bendición poder tomar la mano de mi novio en la calle, cosa que yo no podía hacer en mi país. El ha sido un grande apoyo para mi. Ese ha sido uno de los grandes cambios...yo tenia mas de 10 años sin compartir con nadie porque no podía.”

Aun con toda su felicidad recién conseguida, sigue habiendo algo que le falta en su vida en los Estados Unidos. Osiel era un doctor en Venezuela, especializándose en psicoterapia. Aprecia su trabajo en un restaurante que le permite pagar sus cuentas, pero extraña el sentido de ayudar a otros que su antiguo trabajo le daba. 

“Sigo teniendo una cierta sensación de frustración y es porque todavia no encuentro la manera de yo poder estar en un sitio donde yo pueda apoyar y ayudar a gente con la situación igual que yo,” dice. 

Mientras Osiel sigue investigando qué tiene que hacer para conseguir que su licencia médica se transfiera, o calificar para una nueva, sigue apoyando a otros--con los mismos recursos que fueron ofrecidos a él en su llegada.

“A todo el que yo puedo apoyar y hablarles de mi, o de mi organización que me ayudo o que me apoyo a mi, porque las siento como mía,” dijo Osiel. “El momento en que toda esa hermosa gente me abrió las puertas para ayudarme. Yo hablo del Centro Nacional de Justicia par Inmigrantes o de la gente que trabaja ahí como mi gente. A todos que yo puedo hablar de esta organización lo hago, vayan allá, pidan ayuda.”

Ante regulaciones nuevas de asilo que podrían prevenir a otros como el de conseguir protección de deportación, Osiel tiene un mensaje para los que escriben las leyes.

“Les pediría primero para quitar el prejuicio, y segundo para escucharnos,” dijo Osiel. “Porque muchos venimos con una maleta llena de ilusiones con deseos de tener una vida bonita, con deseos de aportar a este país.”
 

Alejandra Oliva is the communications coordinator at NIJC | Alejandra Oliva es la coordinadora de comunicaciones en NIJC