Obtenga más información sobre la historia de Alexis leyendo nuestro informe, A Legacy of Injustice: The U.S. Criminalization of Migration (Un legado de injusticia: la criminalización de la migración en EE. UU). Nuestro informe brinda una mirada profunda a cómo el gobierno de los EE. UU. ha utilizado los procesamientos de ingreso y reingreso para violar los derechos de personas como Alexis, y muchas otras, que buscan asilo.
Mi nombre es Alexis; soy una mujer transgénero de Guatemala. En agosto de 2019, llegue a la frontera de Estados Unidos, escapando de la violencia y la persecución en Guatemala. Cuando llegue, CBP nunca me preguntó sobre sí tenía miedo de regresar a mi país. En vez de eso, los agentes hicieron burla de mi género, me jalaron mi cabello, me gritaron, y me mandaron a la corte para enjuiciarme por entrar el país sin autorización. Después de varios meses, fui deportada a Guatemala. Nunca vi a un juez de inmigración y nadie me preguntó si tenía miedo de regresar a Guatemala. Por fortuna, mis abogados me ayudaron a regresar a Los Estados Unidos y ahora estoy buscando asilo. Quiero compartí mi historia hoy con ustedes. Gracias por escucharme.
Escuche el testimonio de Alexis en español:
Me fui de Guatemala huyendo la violencia. Siendo una mujer transgénero, he sufrido mucha violencia. Me dijeron que me iban a asesinar por ser cómo soy. En mi barrio, nadie quiere alguien como yo y no toleran a gente que tienen otra preferencia sexual. No tuve opción; me tuve que ir.
Me pasaba mucho tiempo viajando a la frontera. El camino fue espantoso y muchos con los que viajaba murieron. Finalmente, llegue a la frontera de los Estados Unidos. Un agente de la patrulla fronteriza nos recogió. Yo les pedí agua. Hasta me arrodille, pidiéndole agua, pero no me quiso dar. Me dijo que me quitará los zapatos. Me los quité y pisé las espinas de los cactus del desierto.
Nos llevaron a la hielera, una celda muy fría. Es un infierno para decir verdad. Es algo muy feo, está helado, y el piso igual de frío. Te dan comida muy asquerosa.
En la hielera, un oficial de inmigración me pregunto a qué había venido a los Estados Unidos, que por qué no me quede en mi país. Yo trate de decirle que tenía miedo, pero el no quiso escuchar. Él me dijo muchas groserías.
Estuve un día y una noche en la hielera antes de que me trasladarán a GEO el centro de detención en San Diego. No estaba con gente de mi identidad. Estaba con puros hombres. Yo tenía frío, hambre y estaba muy deprimida. Yo sufrí mucha discriminación de partes de los guardias de seguridad en el centro de detención.
Un guardia le dijo a otra persona detenida que le daría un plato más de comida si me cortaba mi cabello. Pero como yo me llevaba bien con ese detenido, él me dijo “no, que él no me cortaría mi cabello por que el se llevaba muy bien conmigo.” Entonces el guardia le dijo, “Te doy 2 platos grandes de comida si cortas su cabello.”
Yo le dije al guardia que le diría todo al abogado. Él me dijo que le importaba.
Uno sufre mucha discriminación cuando se está detenido.
Yo estaba luchando en la corte federal durante esos cuatro meses en el centro de detención. Pasé 4 meses detenida esperando para tener la oportunidad de pelear por mi caso de asilo en corte de inmigración. Pero no me la dio la oportunidad.
Después de cuatro meses de estar en San Diego me trasladaron a otro lugar, otro centro de detención. Después de quince días, más o menos, no recuerdo porque no tienen un calendario o algo porque estaba detenido. Ahí, un guardia de seguridad llego a media noche diciendo,” Levántate, ¡Levántate!”
Yo le dije al guardia, “Yo no me puedo ir. Estoy luchando por mi caso de asilo. No puedo regresar a mi país.” Nadie me pregunto si tenía miedo de regresar a Guatemala. Pero, les dije.
Un agente de ICE me dijo que firmara un documento de deportación, pero le dije que no podía firmar mi deportación porque estaba luchando por mi caso para asilo. El agente me dijo que no importaba, que yo ya estaba en la lista y que me regresarían.
Le dije que me diera permiso de hacer una llamada a mi abogado. El agente de ICE me dijo que no podía llamarle a nadie, que no tenía alguna razón para llamar a alguien porque ya estaba marcada para ser deportada.
Me llevaron a la hielera otra vez. Estaba en la hielera desde la media noche hasta que me sacaron como a las ocho de la mañana para firmar mi deportación. Cuando no firme, me regresaron a la hielera. Al último, me subieron a un autobús y me mandaron al aeropuerto.
Estábamos esposados de las manos, cintura, y tobillos. Estuvimos en un autobús por horas. No habíamos comido nada. Al final abordamos un avión y yo seguía pidiendo poder hablar con mis abogados. Me decían que “las llamadas no eran permitidas” y que sería deportada.
Me regresaron a Guatemala, aunque yo tuviera miedo y aunque nunca tenía chance de ver un juez de inmigración. Me regresaron en cadenas. No tenía algún centavo. Tenía miedo. Mi país es muy peligroso, hay mucha violencia.
Yo contacté a mis abogados y me pusieron en una casa segura. Ahí estuve 2 meses hasta que regresé a los Estados Unidos. Mis abogados trataron de regresarme a los Estados Unidos sin que inmigración me detuviera, pero cuando llegue a la aduana en Chicago, me detuvieron otra vez. Estuve detenida por un día y una noche en la aduana. Después, ellos me llevaron a ICE y ahí de vuelta a la hielera. ICE me dejo libre eventualmente.
En este momento, estoy en el proceso de obtener mi asilo. Aún no lo tengo. Tengo miedo de salir por qué no me dado el asilo o ni si quiera una fecha para presentarme en la corte.